La costa de Andalucía pone coto a la invasión de autocaravanas
Los ayuntamientos empiezan a expulsar a los usuarios de estos vehículos de las zonas no autorizadas
Con la casa a cuestas y sin respetar las normas, miles de autocaravanas y furgonetas camperizadas invaden la costa andaluza, un turismo barato que se aprovecha de las zonas habilitadas para aparcar —pero no para acampar— que está llevando a los ayuntamientos a tomar medidas extremas. Los vehículos se encuentran estacionados en zonas no autorizadas y van cambiando de ubicación conforme llegan las denuncias, mientras que los establecimientos autorizados están vacíos.
La pandemia puso de moda las caravanas y los ayuntamientos vieron una gran oportunidad turística. Sin embargo, no se están cumpliendo las ordenanzas municipales ya que en los municipios hay espacios para poder aparcar durante un máximo de 72 horas. El auge que se registra en los últimos meses ha colapsado estas zonas reservadas que se han quedado pequeñas. Así ocurrió en el aparcamiento anejo al pabellón deportivo Martín Carpena en Málaga, donde hace una semana la situación se volvió insostenible, ya que el lugar era para un centenar de estos vehículos y había más de 300, incluso hasta tiendas de campaña.
El Ayuntamiento malacitano tuvo que prohibir de forma inminente esta práctica, ya que se excedían del horario permitido, proliferaron las denuncias de los vecinos por ruidos y la competencia desleal con los campings era más que evidente. Desde la pasada semana está prohibido el estacionamiento de cualquier tipo de vehículo desde las doce de la noche hasta las nueve de la mañana.
En Almería
En Roquetas de Mar se ha dado un plazo de una semana para que abandonen Las Salinas y La Urbanización. «Últimamente ha sido un verdadero disparate, han venido demasiadas», lamenta el alcalde roquetero Gabriel Amat.
Efectivos de la Policía Local han apercibido ya a los conductores de posibles sanciones al entender que no pueden tener aparcamiento permanente, aunque si estar unos días en bases a las ordenanzas.
«Hemos buscado la forma para que lo pasen bien en nuestro municipio, pero ya no es que lo pasen bien, es que están perjudicando a muchos ciudadanos y están haciendo algunas cosas indebidas», revela Amat. En el municipio roquetero se contemplan tres zonas de estacionamiento autorizado para autocaravanas, donde se permite pasar un máximo de tres días seguidos durante una misma semana. Está prohibida la parada en el resto de las vías urbanas y además en las zonas habilitadas no se pueden sacar toldos, mesas, tendederos de ropa, verter líquido o basuras.
En zonas privilegiadas
El turismo sobre ruedas sigue incrementándose, llegando a zonas privilegiadas del litoral, invaden espacios públicos que no cuentan con los servicios necesarios. En Almería capital han colapsado el antiguo recinto ferial, pero también se pueden ver en las playas de Retamar o San Miguel de Cabo de Gata. Desde el Ayuntamiento almeriense explican que «no es un tema sencillo» y que «están trabajando desde el área de Movilidad para ver la forma legal de poner coto a la proliferación de caravanas en distintos espacios de la ciudad que están perfectamente identificados». Mientras llega la nueva ordenanza, la Policía Local vela por que se cumplan las normativas actuales pero «los campistas lo saben perfectamente y se van moviendo».
Los caravanistas han creado colonias ilegales. Principalmente proceden de Francia y Alemania, además de otros países centroeuropeos que en busca de sol llegan a prácticamente toda la costa andaluza. Ejemplo de ello son Almuñécar y Salobreña, municipios turísticos de Granada, que también han emitido bandos para regularizar la situación y recuerdan que se prohíbe la acampada y parada en primera línea de playa.
A pesar de haber espacios habilitados para las autocaravanas los usuarios prefieren ubicaciones privilegiadas frente al mar, bien en paseos marítimos o en explanadas que están protegidas medioambientalmente como es el caso de Maro en Málaga. Una situación compleja de resolver ante el importante auge de este tipo de turismo que no quiere hacer frente al coste diario de los establecimientos autorizados para tal fin.